Por: Criminólogo, Gerardo Karim Hernández
Los últimos meses, para ser puntuales, desde el inicio de la actividad electoral, Puerto Vallarta ha sido testigo de una preocupante escalada de violencia en todas sus presentaciones, una acelerada descomposición social y un aumento en la entropía social. Esta misma semana fuimos testigos de un cobarde asesinato a plana luz de la mañana, en una calle concurrida y de las tradicionales de nuestro Vallarta, a sangre fría y como si se tratara de algo sin sentimientos, suceso que ha sacudido a nuestra comunidad. Hace un par de meses, otro candidato también fue asesinado, subrayando la gravedad del asunto. Como estos hechos hay muchos, solo que la relevancia es que el ojo público se enfoca en ellos por tratarse de figuras públicas.
Estos eventos no son aislados; forman parte de un patrón más amplio de inseguridad que afecta nuestra región. La entropía social, un término que hace referencia a la pérdida de orden y aumento del caos en un entorno social, se manifiesta aquí de manera clara. La confianza en las instituciones se está erosionando y el miedo se está convirtiendo en una constante en la vida diaria de los Vallartenses.
Es crucial entender que la violencia no surge de la nada. Factores como la desigualdad económica, la falta de oportunidades, la corrupción y porque no decirlo, la mentalidad de algunos sectores de la sociedad Vallartense contribuyen a un entorno en el que el crimen puede florecer. La falta de una estrategia de mitigación eficaz por parte de las autoridades solo agrava el problema, dejando a la población en una situación de vulnerabilidad.
Todos nosotros como parte de la tela social debemos reaccionar ante esta crisis con un enfoque integral que abarque tanto la prevención como la acción directa. Es necesario fortalecer las instituciones encargadas de la seguridad, es urgente que las áreas de prevención del delito se vuelvan direcciones y no sólo un escritorio para cumplir con la función, es importante que se cambien los paradigmas de como en pleno 2024 se sigue definiendo la prevención de futuras conductas criminales, es de suma importancia promover la justicia social y mejorar las condiciones económicas para todos. La colaboración entre gobierno, sociedad civil y ciudadanos es esencial para revertir esta tendencia de descomposición.
No podemos permitir que Puerto Vallarta se convierta en un lugar donde la violencia y el miedo dominen nuestras vidas, como pasa en algunas ciudades del Sur de nuestro país. Es momento de actuar, de exigir cambios y de trabajar juntos para recuperar la paz y la seguridad en nuestra comunidad.
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